DÍA DE LA PAZ




Para comenzar me gustaría recordar las palabras que dijo Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la Paz porque serán llamados hijos de Dios”.
Desde el convencimiento de que la Paz no es un sueño ni una utopía, todos nosotros podemos convertimos en constructores de Paz.  Si la queremos de verdad, haremos que brote.
La Paz es posible y depende de cada uno alcanzarla. Surge en nuestro corazón cuando nos damos cuenta, que las personas con las que vivimos forman parte de la gran familia humana a la que todos pertenecemos, y que en esa familia todos valemos por igual.

Los verdaderos trabajadores de la Paz somos nosotros cuando amamos, cuando defendemos a los demás, cuando damos la cara ante las injusticias, cuando sonreímos  dando confianza y apoyo a todos los que están a nuestro lado, y cuando somos capaces de tener un corazón en calma.